La batalla de Andagoste. Estamos entre los años 40 y 30 del siglo I antes de Cristo y nos vamos a ubicar en Kuartango, concretamente en una zona denominada Andagoste, una colina que está en mitad del valle cerca de la sierra de Guillarte. Sobre la colina podemos ver un contingente romano que se ha asentado en este lugar formando un campamento provisional. Son unos 1200 o 1800 legionarios y tropas auxiliares recién asentados en esta colina y están construyendo las fortificaciones necesarias para proteger el campamento. Este asentamiento se ubica en mitad de un territorio ocupado por pueblos autóctonos a los que los propios romanos llaman autrigones, aunque muy cerca también se encuentran las etnias de los caristios y los várdulos, por lo que se encuentran en un terreno hostil que todavía no ha sido completamente integrado por el Imperio. Posiblemente tengan la misión de someter algunos pueblos de la zona que todavía no han caído bajo la influencia romana o simplemente están de paso, de camino a otras regiones que todavía muestran cierta resistencia al imperio.
A pesar de algunos pequeños focos de resistencia que pudieron encontrar en el proceso de dominación de Álava, en general los romanos asentaron sus estructuras de poder sin mayores problemas en nuestro territorio y nos legaron grandes cosas que marcarían para siempre el devenir de nuestra provincia. Podríamos decir que sin todo aquello que construyeron los romanos la historia alavesa habría sido completamente distinta. Gran parte de sus edificaciones se organizaron alrededor de una infraestructura fundamental, una gran vía de comunicación. Hablamos de la calzada romana que atravesaba Álava: la iter XXXIV.
En su trazado alavés esta calzada provenía desde la antigua Pompaelo, es decir, Pamplona, y entra a Álava por San Román de San Millán. De allí sigue hasta Salvatierra-Agurain, pasa por Alegría, Estíbaliz, Vitoria, llega a Trespuentes, donde estaba la ciudad de Iruña-Veleia, de la que luego hablaremos, y tras atravesar la frontera treviñesa salía de nuestro territorio por una zona cercana a Miranda de Ebro. Además de esta vía principal existían otras muchas secundarias que conectaban los pueblos o comunidades entre sí y también los enlazaban con la iter XXXIV, conformando toda una red de caminos que seguirían siendo utilizados tras la ocupación romana. Como complemento a estas calzadas también surgirían los puentes para salvar algunos ríos, como el de Mantible, que se ha conservado en Assa, por la zona de Lanciego, que atravesaba el Ebro o el de Trespuentes, cuya fábrica es posterior pero que posiblemente tuvo un origen romano.