Excomunión de los alaveses
Nos vamos a ir a 1109 al cerro de Estíbaliz. El panorama de entonces no tiene absolutamente nada que ver con la imagen que tenemos ahora mismo del santuario. Para empezar, no existía el templo románico que hoy en día conocemos. En su lugar, vemos una pequeña iglesia, también dedicada a Santa María, de estilo prerrománico, de la cual hoy en día no nos queda resto alguno. Muy cerca de esta iglesia hay un castillo dominado por el conde o tenente Lope González. Es el marido de doña Toda López, miembro de la familia de los poderosos señores de Vizcaya, que controlaban gran parte de Álava desde esta fortaleza de Estíbaliz. Hace no mucho que Lope González ha fundado una próspera villa en el cerro llamada Villafranca. Hoy en día Villafranca es la humilde localidad que encontramos cerca del santuario, pero en origen sospechamos que se formó en lo alto de la colina de Estíbaliz. A esa incipiente villa, que llegó a tener un lucrativo mercado, se acerca una comitiva formada por el obispo de Calahorra Sancho de Grañón. Allí ya están esperando el conde Lope González, su mujer Toda y el resto de su familia, junto con un nutrido grupo de señoras y señores alaveses, aguardando a que el obispo comience la reunión. La tensión se masca en el ambiente porque previamente Sancho de Grañón ya había excomulgado a todos los alaveses por mantener ciertas costumbres ajenas al obispado, que básicamente consistían en gestionar de forma privada las iglesias al margen de la autoridad episcopal y sobre todo en relación con los diezmos. De todo ello nos da cuenta un documento de la época que nos resume este encuentro y que dice lo siguiente: “Habiendo oído estas cosas, y habiéndolas comprobado, el Obispo lo sintió mucho, por lo que compadecido de ellos y queriendo salvar las almas de los alaveses de aquella maldad en que se hallaban inmersos, excomulgó toda aquella tierra hasta que los alaveses reconocieron su culpa, aceptaron la penitencia y juraron que no volverían nunca jamás a cometer aquellos atropellos. Y lo juraron tanto los señores, como los clérigos, como el pueblo.”
Las iglesias privadas
Esta excomunión que sufrieron los alaveses y estas prácticas que el obispo de Calahorra del siglo XII consideraba tan inaceptables como para expulsar a todos los habitantes de Álava del seno de la iglesia, realmente se basaban en una costumbre muy arraigada en nuestro territorio. Mucho antes de que se conformase el obispado de Calahorra, del que pasó a depender Álava desde 1075, la religiosidad alavesa se basaba en un rito muy distinto al que tenemos hoy en día: el rito hispano. Esto significaba que los cultos y la liturgia que se empleaban en las misas tenía mucho más que ver con las prácticas religiosas de los visigodos que con las que se realizan hoy en día. Pero este rito implicaba más que los meros rituales, con él venía aparejada una mentalidad religiosa muy concreta y además otra costumbre muy arraigada que es sobre todo de la que se queja el obispo Sancho Grañón: las iglesias privadas. Los templos eran pagados por las damas y los nobles, que eran los que disponían de dinero y recursos para poder sufragarlas. Pero no sólo se encargaban de pagar la construcción de la iglesia, sino que también elegían y contrataban al sacerdote y, a cambio, recibían los diezmos que generaba el templo. Es decir, la inmensa mayoría de las iglesias prerrománicas que había en Álava habían sido pagadas y mantenidas por personas de la nobleza e incluso por reyes.
El primitivo obispado alavés y el rito hispano
Esta situación era tolerada y respetada por los obispos alaveses, pero no por los de Calahorra. Aquí tenemos que hacer referencia al antiguo obispado alavés, del que ya comentamos algo la semana pasada. Los documentos que se han encontrado hasta la fecha nos dicen que hubo una sede episcopal en Álava desde al menos el siglo IX y que duró hasta 1075. Todo parece indicar que su ámbito de influencia ocupaba casi toda Álava y gran parte de Vizcaya y Guipuzcoa. Su primera sede física parece ser que fue la ciudad romana de Iruña-Veleia, pero después aparece documentada en Armentia. En ese momento el rito oficial de este obispado era el hispano, pero a partir del siglo XI nos encontramos con que se intenta introducir desde el papado una importante reforma, que hoy en día conocemos como reforma gregoriana.
La construcción de los dos templos de la reforma: Estíbaliz y Armentia
Aún así hubo distintas estrategias para tratar de cambiar el panorama religioso en Álava. Se construyeron dos templos que hoy en día son nuestras principales joyas románicas: Estíbaliz y Armentia, creadas por los aliados del papado de Roma.